Hemos estado confundidos por mucho tiempo. Inculcando en la vida de los jóvenes que la oración, la lectura de la palabra y el ayuno solo traen ministerios. Les enseñamos que sus vidas espirituales giran entorno a lo que Dios les dará. Les decimos que mientras más se sometan a Dios más bendiciones tendrán. Y aunque, todo eso es cierto, hemos hecho que la oración, la lectura de la palabra y el ayuno se tergiversen. No debemos enseñar a servir a Dios solo por lo que nos dará, sino por lo que ya nos dio. Enseñar que la oración, la lectura de la palabra y el ayuno son actos de agradecimiento y de sometimiento a la voluntad de Dios. Sin importar cuánto nos dé, porque todo lo que Él nos ofrezca se constituye como gracia, sin importar cuán «espirituales» podamos llegar a ser.
Su gracia
Con Cristo 